En 1986, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) inició una moratoria a nivel mundial sobre la caza comercial de ballenas. El tratado debía mantenerse en vigor hasta que los estudios científicos demostraran la viabilidad de establecer unos límites de captura sostenibles.
Sin embargo, a raíz de las disposiciones que figuran en el reglamento de la CBI, las cuales permiten a los Gobiernos presentar objeciones al tratado amparándose en la concesión de un «permiso especial» para la captura de ballenas en nombre de la investigación científica, no ha habido un solo año desde 1986 en que estos animales no hayan sido cazados con fines comerciales.
En la actualidad, Noruega, Islandia y Japón abaten a más de un millar de ballenas cada año, comercializando sus productos entre ellos. Además, Noruega tiene el dudoso honor de ser considerado ahora mismo el país líder en la matanza de estos animales, con un promedio de 576 ballenas de la especie Minke al año.
Noruega ha llevado a cabo un descenso gradual en la reglamentación nacional de la caza de estos cetáceos, desafiando las normas vinculantes de la CBI y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES); asimismo, ha incrementado el desarrollo subvencionado por el Estado de productos alimenticios y para la salud obtenidos de la industria ballenera (Fuente: AMI. Quaterly, winter 2016).
Jan Thomas
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